Abordemos el tema del diamante, el elefante que hay en la habitación: los diamantes cultivados en un laboratorio. He visto mucha desinformación en mis propias secciones de comentarios sobre la verdad acerca de las piedras cultivadas en laboratorio. Aquí encontrará todo lo que necesita saber y mi propia opinión sobre estas gemas artificiales.
La industria de la joyería tradicional se ha visto trastocada por la introducción de diamantes y piedras preciosas cultivadas en laboratorio. Esto ha dado lugar a que se hayan gastado millones de dólares en campañas publicitarias para convencer al público de que las piedras naturales son superiores a las cultivadas en laboratorio, pero el espacio cultivado en laboratorio ha persistido y ya ocupa el 8% del mercado minorista de diamantes (y tampoco está disminuyendo). Entonces, ¿cuál es la verdad, cuál es superior?
HECHO:
Los diamantes cultivados en laboratorio son tan reales como los diamantes extraídos de la tierra . Los diamantes cultivados en laboratorio son idénticos a los diamantes extraídos de la tierra en todos los aspectos, excepto que se cultivan en un laboratorio. Tienen las mismas propiedades químicas, físicas y ópticas que los diamantes extraídos y exhiben el mismo fuego, centelleo y brillo. A menudo comparo los diamantes cultivados en laboratorio con el hielo de su congelador frente al hielo de un glaciar. El glaciar tiene más historia, y tal vez más suciedad y residuos, mientras que el hielo de su congelador es más perfecto y consistente, pero no particularmente único. ¡Ambos siguen siendo hielo!
HECHO:
Los diamantes extraídos de forma natural conservan un valor de reventa más alto debido a su rareza , que históricamente era importante para las mujeres que dependían únicamente de sus maridos para su economía. Sin embargo, no es una solución perfecta. Los anillos de diamantes son como los coches: una vez que salen del concesionario, no se puede esperar que al devolverlos se pague el mismo precio de venta, si alguna vez se llega a vender. Los diamantes naturales siempre tendrán un valor más alto que los de laboratorio, pero ambos se revenderán a un precio inferior al de compra.
FICCIÓN:
Todos los diamantes naturales son diamantes de sangre.
En la década de 1990, los diamantes extraídos en zonas de conflicto en Sierra Leona y sus alrededores ayudaron a financiar a grupos rebeldes que buscaban derrocar a sus gobiernos, a menudo mediante el uso de niños soldados. A estos diamantes se los conocía como “diamantes de sangre”. Las guerras terminaron en 2002 y 80 países acordaron adherirse al Proceso de Kimberley, un documento legal que establece que los diamantes en circulación provienen de una fuente legítima. Después de alcanzar un máximo de alrededor del 4% de todos los diamantes en circulación, hoy se cree que menos del 1% proviene de conflictos. Estadísticamente, la mayoría de los consumidores promedio nunca verán un diamante de sangre en su vida.
Algunas ciudades también dependen en gran medida de la minería de diamantes para financiar sus economías locales. Los diamantes pueden utilizarse para construir escuelas, hospitales y ferrocarriles. Sin embargo, las preocupaciones humanitarias y ambientales en su obtención están impulsando a los consumidores a considerar alternativas cultivadas en laboratorio. Por eso es tan importante conocer el origen de un diamante natural, para asegurarse de que su dinero no contribuya a conflictos conocidos.
Entonces, ¿cuál es mejor?
Sinceramente, el mercado necesita ambas cosas. Los diamantes cultivados en laboratorio reducen la demanda de diamantes extraídos de forma natural, lo que puede ayudar al medio ambiente. Mientras que los diamantes extraídos de forma natural se vuelven aún más valiosos cuando se extraen de forma humana. También estamos viendo un aumento en la demanda de diamantes visiblemente "defectuosos" con toneladas de inclusiones únicas, como los diamantes sal y pimienta. Esta es una forma magnífica de poseer un diamante natural que tradicionalmente se descartaría en el proceso de tallado.
Básicamente, todo se reduce a lo que más te importa. Elegir un diamante es una decisión personal y, si lo eliges teniendo en cuenta tus valores, siempre lo asociarás con el hito o compromiso que celebra.
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